1. Reducción del impacto ambiental
La industria de la moda es una de las más contaminantes del mundo. La fabricación masiva de ropa a menudo implica el uso de grandes cantidades de agua, productos químicos y energía. Al optar por la slow fashion, estamos contribuyendo a reducir la demanda de producción desmedida.
2. Longevidad y menor consumo
El objetivo no es tener muchas prendas, sino invertir en calidad. Las prendas de buena calidad pueden durar años, lo que reduce la necesidad de compras constantes. Algo que no solo beneficia a tu bolsillo, sino que también contribuye a un consumo más responsable.
3. Estilo personal y único
La moda rápida, fomenta un estilo masivo y homogéneo. En cambio, la slow fashion te invita a cultivar un estilo personal, seleccionando piezas que te representen y que se adapten a tus necesidades.